¿A quiénes espiaban los gobiernos mexicanos?

México.- Reportes de mítines políticos o estudiantiles, «recolectores» de información infiltrados en universidades, movimientos sociales o células criminales, fotografías o documentos de la vida privada. Así espió en el último siglo el gobierno mexicano.

¿A quiénes espiaban los gobiernos mexicanos?

Se sabe que hubo «antenas» del poder en teatros donde los cómicos en los años 1930 se burlaban del presidente en turno, pintores como Frida Kahlo y Diego Rivera y el escritor Gabriel García Márquez estuvieron en la mira de la inteligencia.

Hay archivos de artistas como Mario Moreno «Cantinflas» o Juan Gabriel, y de figuras históricas como Fidel Castro, Ernesto «Che» Guevara y John F. Kennedy, incluido su asesino Lee Harvey Oswald.

Carlos Enrique Ruiz, director del Archivo General de la Nación, afirma que nadie se salvaba de espionaje gubernamental.

Igual se podían investigar al mismo presidente de la República, en algún momento, en diferentes épocas… Quienes realizaban esta práctica eran conocidos como “recolectores”. Carlos Enrique Ruiz, director del Archivo General de la Nación

Los «recolectores»

Un «recolector» de información era un infiltrado que se dedicaba a recabar información de aqullos que eran objeto de espionaje.

¿De qué se encargaban estas personas? 

  • Sin teléfono móvil, sus armas eran su memoria, bolígrafo y papel
  • Elaboraban un archivo detallado sobre todas la actividades de la persona en cuestión; además se incluían aspectos de su vida privada
  • Buscaban las vulnerabilidades de las personas espiadas: vicios o preferencias sexuales
  • Se infiltraban para recabar información

Parte del perfil de una persona son sus vulnerabilidades, como vicios o preferencias sexuales. 

«El ablandador»

Los archivos a ser divulgados por el Gobierno de México serán versiones públicas sin elementos de la vida privada o que perjudiquen a menores o familiares de quienes estuvieron en la mira.

La vida privada es lo que te puede dañar, lo que sirve para presionar; lo que haces en público, que es lo que veremos en los archivos, es chisme (cotilleo), por muchos conocido», comenta un exfuncionario.

Esa información «sensible», recuerda, era utilizada en lo que llamaban «el ablandador»: una oficina, con ventana de espejo que permitía observar desde el otro lado, y amueblada con un sillón, una mesa con galletas, café… y un expediente.

Políticos, opositores, líderes sindicales y activistas eran convocados por un alto mando gubernamental tan temido como admirado.

Si llegaban muy prepotentes, pasaban al ‘ablandador’. Se les dejaba ahí. Se servían el café, galletas y luego cedían a la tentación y abrían el folder (expediente). El rostro les cambiaba. Veían del otro lado y ya pasaban con el jefe», añade el exfuncionario.

El expediente resaltaba vicios, infidelidades o fortunas surgidas de la nada, todo fotografiado y documentado.

Kennedy y su asesino…

El expediete de Kennedy suma 286 páginas  y el de  su victimario, Lee Harvey Oswald, 110. El del presidente estadounidense incluye reportes de actividades públicas y recortes de periódicos sobre el magnicidio.

Castro y «El Che»

El de Castro es el expediente más abultado de los dos, con dos carpetas de 411 y 231 páginas, mientras que el de Guevara es una única carpeta de 121 páginas.

Adiós, espionaje

El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que esas prácticas no se repetirán en su gobierno, aunque México tardará en conocer toda la historia del espionaje gubernamental: tomará unos cuatro años procesar los 12 millones de informes que el gobierno prometió abrir.

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